martes, 8 de marzo de 2011

La última ocurrencia del padre de la economía extravagante

Ilustración de Pablo Blasberg


Mucho antes de que Superfreaknomics fuera bestseller, de que a los presidentes europeos se les diera por empezar a medir la "felicidad agregada" dentro del PBI o de que los papers académicos económicos comenzaran a llenarse de referencias a la psicología, las neurociencias y otras disciplinas, Gary Becker ya caminaba las tierras más salvajes de la economía.

El padre de la temática freak en la ciencia de Adam Smith y Keynes cumplió 80 años el pasado 2 de diciembre. Nació en 1930 en Pottsville, Pennsylvania, y dedicó más de la mitad de su vida a ampliar las fronteras de la economía. Su primera incursión en terrenos desconocidos la hizo a fines de la década del 50, con una tesis de doctorado en la cual estudió, con herramientas econométricas, la discriminación contra minorías en los Estados Unidos.

Una década más tarde, en 1968, 24 años antes de ganar el Premio Nobel, Becker "descubrió", por casualidad, otro campo teórico que de ahí en adelante generaría miles de estudios. Llegaba tarde a la Universidad de Columbia para tomar los exámenes orales de fin de curso, y la facultad no contaba por entonces con estacionamiento para profesores. Becker evaluó los pros y contras de estacionar en un lugar prohibido frente a Columbia (ganaba tiempo, pero perdía la multa multiplicada por la probabilidad de que la policía lo descubriera) o a varias cuadras, pero en un lugar permitido. Cuando llegó al aula, le pidió a un alumno que formalizara el dilema de decisión de un delincuente. El estudiante lo miró desconcertado, pero Becker ya había imaginado en silencio lo que serían las bases de "la economía del crimen".

El matrimonio, la asignación del tiempo, la teoría del capital humano y hasta los mercados de droga fueron otros de los campos en los que Becker incursionó como pionero. En todos, de entrada, causó revuelo y fue acusado de "frío e insensible", pero a la larga sus enfoques pasaron a ser moneda corriente. ¿Su última ocurrencia? Introducir mecanismos de mercado en el campo del transplante de órganos. Sólo en Nueva York, en 2010 la cantidad de gente que esperaba un corazón o un riñón para salvar su vida multiplicó por diez a la cantidad de donantes. ¿Qué pasaría si se incentivaran los aportes garantizándole a la familia del donante US$ 30.000 una vez concluida la operación? Becker aclaró que, en caso de prosperar la iniciativa, el Gobierno debe garantizar un marco regulatorio muy estricto, que impida el tráfico ilegal de órganos.

Becker es, también, la prueba viva de que la temática "freaky" no necesariamente está relacionada con una agenda progresista o heterodoxa: el Nobel es un orgulloso representante de la corriente neoclásica, da clases en Chicago y tuvo entre sus profesores a Milton Friedman. Y, además, detesta a la "economía del comportamiento", a la que acusa de hacer excesivo foco en cuestiones conductuales que él considera excepcionales.
ieco.clarin.com

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