lunes, 7 de marzo de 2011

El resurgir de la hipnosis

Arnal Ballester

"Cierra los ojos, te pesan los párpados". Si a esta frase le añadimos la imagen de un péndulo, obtenemos la percepción más extendida de la hipnosis. Los espectáculos televisivos de magia muestran a personas en trance que siguen como autómatas los dictados de un hipnotizador y son capaces de comerse una cebolla cruda convencidos de que es una manzana.

Quienes practican esta técnica de forma seria tienen que luchar continuamente contra la imagen estereotipada que la sitúa en el ámbito de las pseudociencias. Lo cierto es que no se trata de un método nuevo; al contrario, es una de las armas terapéuticas más antiguas: el poder de la sugestión. No es ningún encantamiento, sino una técnica psicológica que sirve como complemento de otros tratamientos pero no cura ninguna enfermedad.
Uno de los ámbitos en los que ha mostrado mayor utilidad es el del dolor. Precisamente, el Sistema Nacional de Salud del Reino Unido (NHS, sus siglas en inglés) acaba de anunciar la puesta en marcha de uno de los estudios más amplios sobre hipnosis clínica. El objetivo es evaluar si esta técnica ayuda a 800 madres primerizas a dar a luz con menos molestias y reduciendo la cantidad de analgesia que precisan, lo que contribuiría a aligerar el coste para las arcas públicas.
En este caso, la novedad está únicamente en la magnitud del ensayo, ya que la idea de utilizar este método para reducir el dolor del parto es muy antigua. De hecho, Santiago Ramón y Cajal relató, en un artículo publicado en 1889 en Gaceta Médica Catalana, cómo sometió a su esposa Silveria a hipnosis en el nacimiento de sus dos últimos hijos. "Dos fenómenos llamaron nuestra atención: la extrema rapidez del parto y la disminución considerable del dolor, manifestación subjetiva de las contracciones", escribió el premio Nobel. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero la comunidad científica aún no ha llegado a una conclusión definitiva. La sanidad pública española no recoge la hipnosis entre sus prestaciones, aunque unos pocos especialistas la practican en hospitales públicos con el beneplácito de sus compañeros.

Útil en el parto

Arnal Ballester
El control del dolor durante el parto es una de las aplicaciones de la hipnosis que goza de mayor aval científico. De hecho, su utilidad ha sido reconocida por la Colaboración Cochrane, organización que se encarga de realizar revisiones sistemáticas sobre la eficacia de las terapias. También ha demostrado su utilidad en otros tipos de dolor, ya que este es el ámbito que más se ha estudiado. Otras áreas, como la depresión, los trastornos del sueño, el tabaquismo, la obesidad o el asma, no cuentan con tanta evidencia acumulada, pero esto no significa necesariamente que la hipnosis falle, sino que deben ser objeto de mayor investigación.
Profesionales de distintos ámbitos han relatado a ELMUNDO.es su experiencia. M. Elena Mendoza, doctora en Psicología y vocal de la Asociación para el Avance de la Hipnosis Experimental y Aplicada, investiga el Modelo de Valencia de Hipnosis Despierta desarrollado por el catedrático de Psicología de la Universidad de Valencia Antonio Capafons. "La hipnosis se utiliza como una técnica coadyuvante a las intervenciones médicas y psicológicas y ha mostrado su eficacia y eficiencia en diversas áreas. No es un tratamiento en sí mismo, pues en los estudios realizados no se ha encontrado evidencia significativa sobre su eficacia si se utiliza sola", aclara la experta.
Cuando se encuentra cara a cara con un paciente, lo primero que hace es aclararle los mitos que aún existen. "La hipnosis no es peligrosa, pero sí pueden serlo las creencias erróneas que existen sobre ella", apunta. Está desaconsejado utilizarla –porque no existe evidencia de que funcione y puede producir efectos no deseados– como vía para hacer regresiones a vidas pasadas ni para incrementar el recuerdo. También cuenta que esta técnica "fomenta el autocontrol, no pone a la persona a las órdenes del terapeuta".
El usuario está consciente y no hace nada contra su propia voluntad. "Simplemente, la hipnosis potencia y activa sus recursos", señala la doctora Mendoza. El objetivo no es inducir un trance, sino aplicar "sugestiones terapéuticas" que ayuden a la persona a hacer frente a su problema (manejo del dolor, dejar de fumar, superar la ansiedad...). Por ejemplo, se le puede sugerir que "reproduzca sensaciones de frío y/o entumecimiento en la zona donde le duele". Su dolor no desaparecerá del todo, pero puede aliviarse.
Hay mil formas de hacer que el paciente sienta menos dolor. Antoni Castel, psicólogo de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de Tarragona Joan XXIII, cita otro ejemplo: "Podemos utilizar la idea de un líquido que va entrando en su cuerpo y calmando el malestar". Y para comprobar que realmente se produce un alivio, antes y después de este ejercicio se mide la intensidad del dolor.
Castel pertenece a uno de los escasos –si no el único– centros públicos que cuentan con una larga trayectoria en el uso de la hipnosis. El resto de experiencias en la sanidad española dependen de las circunstancias de cada departamento. Si da la casualidad de que un profesional de un determinado servicio quiere emplear la hipnosis y sus jefes se lo permiten, entonces se ofrece a los pacientes como una alternativa más.

Crece la investigación

En este sentido, Castel precisa que en su unidad, tal y como ocurre en el resto de Europa y en Estados Unidos, "quienes se interesan por este método no son del mundo de la hipnosis, sino del dolor, y suelen pertenecer a universidades importantes". Reconoce que aún existe un cierto recelo, pero en los últimos años se ha incrementado la investigación en este ámbito. En su opinión, la clave está en que "las técnicas psicológicas funcionan mucho mejor cuando se utiliza la hipnosis".
Él lo ha comprobado en el tratamiento de la fibromialgia –que se caracteriza principalmente por el dolor generalizado–, y así lo ha puesto de manifiesto en los estudios que ha publicado en revistas de prestigio, como el European Journal of Pain. Cuando se añade al tratamiento cognitivo-conductual, se produce una disminución superior de la intensidad del dolor, mejora el sueño y los afectados se sienten capaces de realizar más actividades en su vida cotidiana. No se elimina la utilización de fármacos, pero se reduce el consumo.
El equipo de Castel enseña al paciente a hacer autohipnosis, con el fin de «que quienes sufren dolor crónico tengan recursos para manejarlo ellos mismos cuando tienen una crisis y no tengan que acudir constantemente a la unidad". El psicólogo detecta una aceptación creciente por parte de los pacientes, pero también entre otros profesionales. "Lo veo en los cursos en los que participo; va habiendo un mayor interés", asegura.
Los psicólogos no son los únicos que se han adentrado en esta técnica. También hay médicos que exploran su potencial, como César García, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo y vicepresidente de la Asociación Española de Hipnosis, quien actualmente la aplica sobre todo como ayuda para dejar de fumar, pero también la ha empleado como complemento durante el parto. "Lo que conseguimos es elevar el umbral del dolor, de forma que sólo resulten dolorosas las contracciones con mucha potencia", explica.
Se trata de un efecto psicológico y, en gran medida, cultural. De hecho, "algunas civilizaciones tienen una percepción del dolor muy distinta a la nuestra". La vivencia de cada persona juega un gran papel. Así, según García, "muchas veces, cuando crees que algo te va a doler, te duele". De la misma manera, uno se puede autoconvencer de que algo ha dejado de molestarle.

Sin certezas

Ahora bien, no todo el mundo es sugestionable en la misma medida y hay personas en las que estas técnicas carecen de efecto. García reconoce que el terapeuta no puede saber con certeza si el sujeto al que está tratando ha entrado en estado de hipnosis. Esto se debe a que no deja de estar consciente. Lo que se logra es que el paciente centre toda su atención en un punto, es decir, una focalización sensorial.
Así lo entienden también muchos profesionales sanitarios ajenos al mundo de la hipnosis que no la rechazan, pero hacen hincapié en sus limitaciones. "Es útil para el dolor, pero no está claro que sea especialmente eficaz", declara Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. José Ramón González Escalada, secretario general del Sociedad Española del Dolor, asegura que la mayoría de los médicos de su entorno están abiertos a esta y a otras opciones, pero exigen "que tengan evidencias científicas suficientes".
elmundo.es

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