sábado, 16 de enero de 2010

Amores de verano, ¿fruto de un día son?

Angeles Castro
LA NACION
Clara Heguy tenía 20 años cuando, en enero de 2005, conoció durante sus vacaciones en Florianópolis a Jonathan, de 24. Los dos viajaban con sus respectivos grupos de amigos y, poco después de conocerse en Canasvieiras, sintieron el flechazo de Cupido. "Fue muy intenso en tan poco tiempo", recuerda Clara ante LA NACION. Y es que Jonathan vivía y estudiaba en Rosario y ella, en la Capital. Mantener la relación una vez de regreso en la Argentina se transformó en una misión imposible. En abril, pusieron fin a su amor de verano.
Residir a kilómetros de distancia y con rutinas incompatibles es sólo uno de los escollos que puede encontrar para prosperar una pareja que se forma durante el receso estival. Algunos terapeutas mencionan que el simbolismo del "amor de verano", que por un lado alberga un costado positivo que fomenta el enamoramiento, por otro lado lleva implícita la muerte inexorable del vínculo.
Sin embargo, aclaran que las parejas pueden superar esta idea de que la relación está condenada a fracasar y que, si ambos integrantes de la pareja, tienen capacidad y disponibilidad para amar, la relación logrará sobrevivir como cualquier otra surgida en otro momento del año.

Así sucedió con Mauricio y Adriana, de Vicente López. Los tórtolos se vieron por primera vez en una playa argentina en enero de 1997, cuando eran adolescentes. Enseguida hubo "onda" y empezaron a salir un mes después, cuando volvieron a Buenos Aires. Hoy, llevan casi 13 años de un amor imparable y avanzan en un proyecto de convivencia: compraron juntos una casa. "Duramos porque es amor verdadero, aunque nuestros amigos nos cargan y dicen que es porque no convivimos", confiesa Mauricio.
Un precepto que influye
La psicoanalista Miriam Mazover, fundadora y directora del Centro Dos, sostiene que el amor no se puede clasificar en categorías como "veraniego", ya que "cada pareja que se forme va a ser distinta, singular". Admite que existe una idea de que "la gente se enamora más en la primavera y el verano", y que este precepto simbólico "influye en la realidad" y se observa que "el encuentro con el otro sexo es más asiduo que en el resto del año".
De la misma manera, aclara Mazover, en la idea de las relaciones de verano "está escrito que estos amores son ligeros, transitorios". E invita a no dejarse influir por estos mandatos. "Podemos intentar quedarnos con la parte propiciatoria de lo simbólico, que impulsa a poner en juego el deseo, y dejar de lado la idea de que una relación efectivizada en verano es descartable."
El psicoanalista Pablo Abadi también sugiere desterrar los mitos. "El que se enamora en verano, se va a enamorar el resto del año. Y el que no se enamora en otra época del año, no se va a enamorar ahora. En esa línea de razonamiento, las relaciones durarán lo que tengan que durar, según las capacidades de ambos miembros y cómo se encuentren en el vínculo y las circunstancias."
Desde su experiencia, Matías (20 años), que pide reserva de su apellido, habla como un fundamentalista. "En vacaciones no hay obligaciones y menos la de quererse para siempre", dice luego de describir que ha tenido más de un amorío por verano.
La licenciada Cristina Elías, coordinadora del equipo de parejas del Centro Privado de Psicoterapias, lo explica así: "Las vacaciones representan para algunas personas la oportunidad de transitar por experiencias no habituales, que tienen que ver tanto con la situación externa (el lugar, el momento) como la interna (necesidades y expectativas personales, la posibilidad de relajarse y disfrutar). Si entendemos las relaciones de verano como enamoramiento o apasionamiento, dado que ambos estados son pasajeros es probable que, terminada la etapa, termine también la emoción predominante que las originó".

Allá por 1992
Sin embargo, Maximiliano Barbarisi, de 34 años, y Valeria Alesanco, de 35, sellaron su amor en febrero de 1992 en Playa Unión, Chubut, y nunca se separaron. "Las claves son el amor y la paciencia. Una relación se construye todos los días", expresó Valeria a LA NACION. Hoy, a 18 años del flechazo, ya tienen una historia juntos y dos hijos: Raffaella, de 3, y Conrado, de casi un año.
"Las relaciones de pareja pueden comenzar en cualquier momento y en cualquier lugar. Para que persistan tiene que darse una serie de condiciones como el respeto, la capacidad para escucharse, aceptar las diferencias, enfrentar los conflictos entendiendo que no todos se van a poder resolver, que la expresión de emociones negativas sean acotadas y compensadas por la expresión de emociones positivas y la capacidad de negociar los desacuerdos", dijo Elías.
En el balneario CR de Pinamar, por estos días Nicolás, de 23 años, y Olivia, de 16, pasan horas sentados sobre un pareo en la arena. Acaban de reencontrarse luego de haberse visto por primera vez en noviembre en la casa de una amiga en común y haber perdido contacto. Nicolás confiesa que quedó impactado con ella. Y que no dudó en acercarse a Olivia al reconocerla en la playa.
¿Están saliendo? "Sí", es la respuesta de Nicolás; "Bueno? no sé? -dice Olivia-. Es todo muy reciente." Tanto, que resulta imposible predecir si será un amor de verano o si el verano apenas será el despunte de un amor para siempre.

lanacion.com

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